Crónica Alavés-Real Madrid: Vence el madridismo

Rellenar Blog en 30 octubre, 2016

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Acompañar al equipo a jugar fuera de casa es siempre especial. Cuando el viaje se convierte en una exhibición de camaradería, de respeto al rival, de buen rollo y de confraternización con los madridistas de la ciudad local, es espectacular además de especial.

Y eso es lo que pasó ayer en Vitoria. Nuestro equipo ganó, no sin dificultades, pero con la incansable ayuda de los 400 madridistas presentes en Mendizorroza.

De ellos, casi 300 eran Fans de nuestra Grada, aunque muchos de los otros 100 animaron con nosotros al equipo como cualquier otro Fan. Tremendo orgullo. ¿Hay algo más bonito que contagiar a madridistas que no conoces de nada de tu entusiasmo por ayudar al equipo que ambos adoráis?

Como Grada, una de nuestras máximas ilusiones es abanderar una animación inclusiva en la que participe, sufra y disfrute, todo el que sienta al Real Madrid como nosotros. Porque juntos somos mucho más fuertes, ya lo hemos visto muchas veces, y porque juntos no hay imposibles.

 

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Ayer, el equipo y la afición madridista conformaron un tándem perfecto. Una comunión ganadora. Una alianza idílica. Los nuestros sintieron desde el calentamiento el aliento de los 300 Fans desplazados, que coreaban los nombres de los jugadores y jaleaban a los demás aficionados madridistas para animar todos juntos.

Saludos de vuelta y sonrisas desde el césped. Los jugadores sabían que estaríamos con ellos. Desde la Grada visitante, decenas de banderas madridistas, cientos de voces deseando cantar al equipo y un solo color: el blanco. Un solo grito: ¡Madrid!

 

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El partido no empezó de la mejor manera para nosotros, y a los pocos minutos de juego recibíamos el gol en contra de un Alavés que había salido con muchas ganas. Se avecinaba un partido complicado, pero los 300 Fans desplazados ya sabemos lidiar con estas situaciones.

A los otros 100 madridistas no hacía falta convencerlos para animar: las ganas las llevaron puestas a Mendizorroza; sólo hacía falta motivarlos y animarlos a disfrutar con nosotros del privilegio de ser partícipes de ayudar al Real Madrid a ganar.

¡Hemos venido hasta aquí, hemos venido hasta aquí, para ver ganar al Madrid!”, atronaba una Grada dispuesta a vaciarse hasta el final.

Poco tiempo después del gol local marcaba Cristiano y estallaba el córner que ayer era blanco. Había que empujar más para buscar el segundo. Y ahí aparecía una vez más el mejor jugador del mundo para poner el 1-2. Ganábamos, sí, pero en cualquier momento podíamos encajar un gol.

 

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En la segunda mitad atacarían los muchachos en la portería de nuestro fondo. Algún gol más tendría que caer de nuestro lado, pensábamos. Y llegó, aunque tardó más de lo que nuestros nervios hubieran deseado y después de una ocasión clara para nuestro rival salvada in extremis por un Keylor inmenso.

Cristiano fallaba el penalti que sentenciaba el partido cuando peor lo pasábamos sobre el césped. La respuesta de los Fans, un clamor: “¡Lolo… lolololo…lolololo… Cristiano Ronaldo!”, rugía nuestro sector. Incluso los número 1 fallan y, cuando lo hacen, al menos en esta Grada, lo que encontrarán será una mano tendida y una voz que le anime a que la siguiente sí entre.

 

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En el momento más tenso del partido, cuando más apretaba la afición rival, Álvaro Morata marcaba el tercero y corría hacia nosotros para celebrarlo con los que habíamos estado a su lado todo el partido. Gestos de rabia y el puño apretado en señal de victoria. Enfrente, una Grada enfervorecida y orgullosa de su canterano.

En el sector de los Fans ya estaba montada la fiesta: saldríamos victoriosos después de habérnoslo ganado a pulso. El cansancio del viaje tendría como recompensa tres puntos y el reconocimiento de los madridistas locales y de nuestros jugadores.

Y entonces, cuando ya no podía salir mejor la tarde, Cristiano se acordaba de nosotros, de los que habíamos estado animándole tras fallar, y anotaba el cuarto para venir directo al córner a regalarnos su gol. Ése fue para nosotros, y así lo dejaba claro Cristiano señalándonos y levantando el puño.

Inigualable sensación. El partido llegaba a su fin y los madridistas seguíamos animando. El intercambio de bufandas entre algunos de los nuestros y aficionados del Alavés indicaba el fin del duelo. Estaban, los hinchas locales, curiosamente sorprendidos tanto porque los madridistas sepamos apoyar a nuestro equipo como por el civismo y el buen rollo de esta Grada.

 

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Mendizorroza se vaciaba y los madridistas nos aplaudíamos mutuamente. No era para menos: había ganado el Madrid y había ganado el madridismo, que está mucho más unido de lo que algunos pocos se empeñan en decir.

Andábamos ensayando nuestra nueva canción, todavía llenos de energía y con la camiseta de Modric como obsequio por el esfuerzo realizado, cuando nos indicaron que podíamos irnos.

De vuelta a los cinco autobuses que nos habían traído a Vitoria; de vuelta para casa. Por delante, 5 horas de viaje y la sonrisa de satisfacción de quien se lleva como premio al esfuerzo la victoria del equipo y la felicitación de muchos. Había sido un desplazamiento perfecto y ya sólo podíamos pensar en el siguiente.

Por muchos más como éste. ¡Hala Madrid y Nada Más!

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