Crónica del Real Madrid-Valencia: Orgullosos

Rellenar Blog en 10 mayo, 2015

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Hasta el final… como mandan los cánones de estilo de un equipo que no se rinde nunca. Se aleja la liga en un partido de infarto en el que todo se puso cuesta arriba desde muy pronto y que a punto estuvo de remontar el Madrid espoleado por una grada Fans que siempre creyó.

 

El partido acabó con una parada de Alves, un palo y un larguero en la misma jugada. Un epitafio de los 90 minutos. La buena noticia es que el cupo de mala suerte se cubrió ayer y que pasamos limpios al día D. La liga ya estaba muy difícil antes de este empate, por lo que no ha lugar a las lamentaciones, sino a centrarnos en lo verdaderamente importante.

 

La afición elevó la temperatura del estadio hasta cotas de champions, en un ensayo de lo que está por llegar dentro de tres días, y los jugadores respondieron con un ejercicio de pundonor que provocó un aplauso generalizado al finalizar el encuentro.

 

Tras eliminar al Atleti hace apenas dos semanas, titulábamos nuestra crónica con un elocuente “80.000 fans”. Contra el Valencia se volvió a sentir con fuerza ese temblor en las gradas que ya habíamos olvidado, que sólo aparecía en años precedentes como reacción espontánea en ocasiones muy contadas. Algo está cambiando. El efecto contagio ha empezado y se extiende con rapidez… al fin se reconoce a sí mismo el Bernabéu, a la espera de recibir a la Juventus de Turín. Para los Fans es un reencuentro emocionante que nos retrotrae a un Bernabéu en blanco y negro, animoso y caliente, que intimida y empuja desde la ilusión compartida.

 

Y esto es sólo el comienzo. Ha sido un primer año apasionante para los Fans, en el que sólo cabe decir “gracias” a todos los madridistas por su apoyo cerrado, y convocarles a cerrar esta temporada con un nuevo episodio que haga más grande nuestra Historia: ganando la Undécima a los culés, como se ganó la Décima a los indios, Ramos mediante, en el minuto 93.

 

El próximo miércoles cantaremos y botaremos todos juntos en el que ya es el corazón del madridismo, el epicentro neurálgico de todos los que vestimos de blanco: la plaza de los Sagrados Corazones.

 

 

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